domingo, 10 de mayo de 2009

Ante el mar mi cuerpo a la deriva. Me siento mínima, imperceptible, exigua.
Sobrecogida y conmovida en la corriente, comienzo a imaginar mi propio mundo,
mi propia percepción de los otros, extraños a mi alrededor. Imagino un mundo vacilante,
confuso, lejano, onírico, producto de mi fantasía.
Imagino un ser humano distante, frío, indolente y mínimo en su afán de dominarlo todo.
Imagino mi yo en el mundo real. Me siento extraña. Extraordinariamente pequeña.

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